En la tarde del día de ayer, la Iglesia de Santa María de la Esperanza fue escenario de uno de los momentos más emotivos del presente aniversario: la presentación y bendición del Manto de los Devotos, una obra colectiva nacida del amor sincero y la fe compartida hacia Nuestra Señora de la Esperanza.

La pieza, colocada a los pies del camarín de la Santísima Virgen, fue descubierta por sus autores, D. Antonio Castro, diseñador de la obra, y D. Rafael Infante, bordador, acompañados por N.H.D. Jesús Herves, impulsor del proyecto; el Hermano Mayor, N.H.D. José Manuel Mora; el Concejal de Cultura, D. Juan Ignacio Molina; y el Capellán de la Hermandad, Rvdo. D. Longinos Abengózar, quien tuvo el honor de impartir la bendición en presencia de una iglesia repleta de hermanos y devotos.

El manto ha sido promovido por un grupo de hermanos y devotos profundamente vinculados a la vida de la Hermandad: N.H.D. Jesús Herves junto a N.H.Dª Eva Gallardo, N.H.D. Alfonso Romero y Dª Magaly Ortiz, quienes, durante estos cuatro años, han trabajado con constancia, ilusión y entrega para que este sueño se hiciera realidad.

La obra, de imponentes proporciones —5,50 metros de ancho por 2,70 de largo—, ha sido bordada en oro fino a realce por el taller onubense Artebord, empleando una amplia variedad de técnicas tradicionales que aportan riqueza, volumen y profundidad al conjunto. El bordado, que se combina con sedas de múltiples matices, se realiza sobre un noble terciopelo verde, color distintivo de la advocación.

Su diseño, de inspiración neorrococó, se articula a través de una composición elegante y armoniosa en la que se entrelazan rocallas, hojas de acanto, estrellas y motivos florales, en diálogo con las bambalinas características del paso de palio de la Santísima Virgen.

La cola del manto culmina con un anagrama de María entrelazado con un ancla, símbolo de su advocación como Esperanza de los mares y guía de nuestras almas, coronado por una corona real, en clara alusión al XXV Aniversario de su Coronación Canónica, efeméride que motiva y da sentido a esta ofrenda. Bajo este emblema, una guirnalda de banderas marítimas deletrea en su lenguaje universal la palabra que nos congrega y nos sostiene: Esperanza.

En su parte posterior, se encuentra una estrella, símbolo de quienes ya han partido a la presencia de Dios y desde el cielo continúan intercediendo. De esa estrella, brotan las flores más bellas, como brota de la semilla de nuestros antepasados una devoción viva, fecunda y esperanzadora, que no deja de florecer en el corazón de su pueblo.

Este manto no es solo una pieza artística de excelsa factura; es, ante todo, un acto de amor colectivo, una obra espiritual tejida con hilos de fe, caridad y compromiso. Más de 350 devotos han contribuido con su ayuda para convertirlo en realidad, reflejando el alma de una Hermandad que sigue escribiendo su historia con obras que trascienden lo material y que, como esta, quedarán bordadas para siempre en la memoria de los corazones.

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