ARTÍCULO MONOGRÁFICO “LA ADVOCACIÓN DE ESPERANZA”

José Antonio Vieira Roldán.

1.- Sin duda alguna, se trata de una de las advocaciones marianas que goza de más devoción y popularidad. Una devoción que si bien, no se puede decir que tenga tras de sí alguna orden religiosa que la difunda, el pueblo piadoso y sencillo, siempre gustó de rezar a María con el hermoso nombre de Esperanza. Así, esta devoción mariana, se extiende con muchísima fuerza en lugares donde la celebración de los días santos de la Semana Santa goza de mucha raigambre y también en lugares de fuerte calado marinero, aunque, como iremos viendo, tiene mucha fuerza en lugares del interior y de fuerte tradición agrícola.

2.- Para buscar un primer punto de inicio para contemplar a María como Madre de la Esperanza, deberíamos remitirnos al primer capítulo del Evangelio de San Lucas[1] donde se describe el momento de la Anunciación y donde María, con su fiat, con su sí definitivo y sin titubeo ante el anuncio del ángel, se convertía en la Madre de la Esperanza de un pueblo que había estado viviendo la espera del Mesías. En María la espera se hizo efectiva como ya anunció el profeta Isaías en el capítulo7[2], donde ya anunciaba “El Señor mismo va a daros una señal: He aquí que la doncella (Virgen) está en cinta y va a dar a luz un hijo y lo pondrá por nombre Emmanuel” En el Salmo 146, se nos dice “Bienaventurado aquel cuya esperanza es Yahave, su Dios”[3] Y la promesa de Dios se cumplió en Jesucristo, nacido de María.  El pueblo de Dios aguardó con ansia la promesa del Salvador y así en el capítulo 2 de la Epístola de Tito leemos que nuestra fe se fundamenta en la Resurrección de Jesucristo por eso el pueblo vivió “aguardando la feliz esperanza de la gloria del Gran Dios y Salvador Jesucristo” que vino al mundo a través de las entrañas de María, nuestra Esperanza.

3.- Centrándonos, estrictamente, en la advocación mariana de Esperanza, cabe decir que se trata de una advocación genuinamente española. Así, no es hasta el X Concilio de Toledo, llevado a cabo en el año 656, cuando trataron este asunto. En este Concilio, intervinieron tres grandes Santos: el Obispo de Toledo San Eugenio III, San Fructuoso de Braga y San Ildefonso de Toledo. Es aquí, donde mediante decreto se establecía …Declaráramos y mandamos que el octavo día antes del nacimiento del Señor, se consagra con toda solemnidad al honor de su Madre. De esta manera, así como la natividad del Hijo se celebra durante ocho días seguidos del mismo mes, podrá tener una octava la festividad sagrada de María” Así, cuando la liturgia pasó del rito mozárabe al romano, se hizo a condición de mantener esta hermosa celebración para honrar a la Virgen María.

            Dicha fiesta dedicada a la Virgen tuvo el nombre de Fiesta de la Expectación al parto, de la Esperanza y de la O.

            Con el mencionado decreto no se anulaba la Fiesta de la Anunciación, la cual, se celebraba el 25 de marzo, pero los padres conciliares vieron que, al coincidir la Fiesta de la Anunciación con el tiempo Cuaresmal, ésta no se puede celebrar con el esplendor conveniente. No obstante, con el paso de la liturgia mozárabe a romana, se siguió celebrando la Fiesta del 25 de marzo, pero se hizo a condición de mantener esta hermosa celebración para honrar a la Virgen María en tiempo de adviento.

            La importancia del 18 de diciembre como fiesta principal dedicada a la Virgen, podemos observarlo en el diario de Colón, donde se dice: “Luego, en amaneciendo, mandó ataviar la nao y las carabelas de armas y banderas por la fiesta que era en ese día de Santa María de la O.…” “… Tiráronse muchos tiros de lombardas”.

4.- El nombre de O venía dado porque durante la octava de la Expectación, desde el 17 al 23 de diciembre, ¡el canto de gozo de las antífonas del Magníficat de estos días comienza con la exclamación OH!, que en latín no lleva la “h”.  Se tratan de títulos mesiánicos tomados de distintos libros sagrados:

            Día 17.- “O Sapientia, quae ex ore Altissimi prodisti”. “Oh sabiduría salida de la boca del Altísimo” (Eccl 24,5 )

            Día 18.- “O Adonai et Dux domus Israel”. “Oh Señor y jefe de la casa de Israel” (Deut 32,12)

            Día 19.- O Radix Iesse” “Oh Raiz de Jesé” (Is 11,10)

            Día 20.- “O Clavis David et sceptrum domus Israel” “Oh llave de David y cetro de la casa de Israel” ( Is 22,22; Gén 49,10)

            Día 21.- “O Orines, splendor lucis aeternae et sol iustitiae” “Oh Oriente, esplendor de la luz eterna y sol de Justicia” (Zac 6,12:  Lc 1,78)

            Día 22. “O Rex gentium et desideratus aerum” “Oh, Rey de las gentes y deseado de ellas” (Jer 10,7)

            Día 23.- “O Emmanuel rex et legifer noster” “Oh Emmanuel, rey y legislador nuestro” (Is 7.14)

5.- La importancia de llamar a María como Esperanza tomo más fuerza, si cabe, a partir del Siglo XI, cuando se compone y escribe la popular Salve Regina, donde en uno de sus versos se llama a María “Esperanza Nuestra” La Salve es atribuida al que fuera Obispo de la catedral Compostelana Pedro de Menzonzo.  También se atribuye al Obispo de Le Puy-en Valey Ademar de Montell. Sea quien fuere su autor, lo cierto es que este rezo popular pululó por el Camino de Santiago y, por lo tanto, el llamar a Nuestra Señora con el hermosísimo nombre de Esperanza, empezó a circular por toda Europa. Ya a partir de 1.250 el Papa Gregorio IX aprobó su rezo para que se cantara al final del rezo de las Completas. Gonzalo de Berceo también, en su obra “Los Milagros de Nuestra Señora” también habla de María como Esperanza, cuando en el Milagro del Náufrago habla de “porque esperaban de Ella merced y galardón”. Otro santo que llamó a la Virgen con el nombre de Esperanza fue San Efrén de Siria (306-373), doctor de la Iglesia quien en una de sus oraciones a la Madre de Dios la llamó “Tu eres la esperanza de los patriarcas…”  y en la misma oración la dice “… que eres el áncora de mi esperanza”. En el siglo XII, nuestro monarca-poeta Alfonso X el Sabio en su Cantiga 409, también hace alusión directa a María como Madre de la Esperanza y en lengua galaico-portugués, escribió una hermosa loa a la Virgen cuyo estribillo decía así;

                        Cantando e con dança          Cantando y bailando

                        Seja por nos loada                 Sea por nosotros loada

                        A Virgen coroada                  La Virgen Coronada

                        Que é nossa asperança         Que es nuestra Esperanza.

6.- Por lo tanto, la Fiesta de la Virgen de la Esperanza, siempre tiene connotaciones de alegría. Alegría por la espera gozosa del Salvador. El Adviento, es uno de los tiempos fuertes litúrgico del año. Fue instaurado en el siglo VI y el papa Gregorio Magno, fue quien lo estructuró en las cuatro semanas que actualmente tiene. El Adviento comienza en el domingo más cercano al 30 de noviembre. El cuatro domingo es llamado “Gaudate”, porque, aunque el tiempo de adviento es un tiempo penitencial, a pesar de ser tiempo previo a la Navidad, el cuarto domingo, los rigores penitenciales se relajan. Es un día de gozo. Incluso al sacerdote se le permite vestir de rosa. Cerca de este domingo y a veces coincidiendo, se desarrolla la octava de la Expectación, de la Esperanza. Y es que el Adviento y el ciclo navideño es un tiempo de mucha tradición mariana; así transcribiendo al Cardenal Joseph Ratzinguer comentaba en un escrito suyo sobre el culto a María “Su lugar tradicional en la liturgia de la Iglesia es el Adviento y en general, las fiestas que se refieren al ciclo navideño: la Candelaria o la Purificación y la Anunciación” Así la importancia de María, como Madre de la Esperanza, como una fiesta principal del Adviento queda muy gráficamente recogido en el comentario de Ulric Wicert, que el propio Ratzinguer aporta a su texto, quien afirma que Lucas dibuja a María como la que es dos veces Adviento: al principio del Evangelio, cuando espera el nacimiento del Hijo de Dios y al comienzo de los Hechos de los Apóstoles, cuando espera el nacimiento de la Iglesia.

7.- El día 18 de diciembre, es el día de la Virgen de la Esperanza. Un día donde incluso en las lecturas del Evangelio del día, tomadas del texto de San Mateo[4] se nos habla de la Concepción virginal de María:

            “El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: La madre de Jesús estaba desposada con José y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo, por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le apareció en sueño un ángel del Señor, que le dijo: José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tu le pondrás por nombre Jesús, porque el salvará a su pueblo de los pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: Mirad, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le podrá por nombre Emmanuel, que significa: Dios-con-nosotros. Cuando José se despertó hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer”

8.- Toma en la devoción a la Virgen de la Esperanza un papel capital la figura de San José. Su silencio, su fidelidad al Señor y su amor a la Virgen. Dentro de los Evangelios apócrifos, el Protoevangelio de Santiago, sitúa el momento en el que quiso repudiar a la Virgen en el sexto mes. En este texto, la Virgen si es denunciada ante el Sumo Sacerdote, por lo que la Virgen tuvo que tomar el agua probativa que enfermaba a los culpables. La Virgen se sometió a dicha prueba saliendo ilesa y el Sumo Sacerdote falló “Puesto que el Señor no ha declarado vuestro pecado, tampoco yo voy a condenaros”

9.- Después de todo lo expuesto, no es de extrañar que una de las formas más conocida de representar a la Virgen de la Esperanza, sea en avanzado estado de gestación. María espera el gozo del nacimiento de su hijo y hace bueno el versículo del Eclesiástico (24:12) “El que a mí me dio el ser, reposó en mi tabernáculo”.  Hay algunos autores que afirman que, tras el Concilio de Trento, a mitad del siglo XVI, se ordenó prohibir la representación de la Virgen embarazada, por considerarlo incómodo a la piedad popular, pero lo cierto es que este argumento cae de peso, debido a que las representaciones de María embarazada se siguieron efectuando y tal representación gozó, durante los siglos XVI y XVII de mucha popularidad. En este sentido, tenemos a la Virgen de Guadalupe, cuyo icono es una imagen de la Virgen embarazada, La representación de la Virgen de la Esperanza más antigua que tenemos en España, se encuentra en un frontal pintado en el Museo Episcopal de Vic (Siglos XI-XIII). Se trata de una imagen de la Virgen con vivos colores, embarazada y junto a San Juan. Junto a la Virgen 7 palomas que representan los siete dones del Espíritu Santo (Sabiduría, Inteligencia, Consejo, Fortaleza, Ciencia, Piedad y Temor de Dios). En este apartado, si podemos decir, que la representación de la Virgen de la Esperanza, responde a la mujer apocalíptica. Y así es, ya que los versículos del capítulo 12 del Apocalipsis de Juan, fue la base para las representaciones, no sólo de la Inmaculada, sino también de las imágenes de la Virgen bajo el nombre de Esperanza;

            “Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba dolores de parto, en la angustia del alumbramiento”[5]

10.- Pero las representaciones más conocidas de la Virgen de la Esperanza responden primordialmente a su carácter campesino. Por un lado, el Arcoiris.  A la Virgen de la Esperanza siempre se la representó con vivos colores, debido que Ella iba a ser la puerta de la gran primavera para el mundo. Haciendo una lectura más en el terreno teológico podemos encontrar al ancla en el libro de Génesis, en el capítulo 9, una lectura que se lee en la misa del Primer Domingo de Cuaresma del ciclo B “Dijo Dios: Esta es la Señal de la alianza que para las generaciones perpetuas pongo entre yo y vosotros y toda alma viviente que os acompaña; pongo mi arco en las nubes y servirá de señal de la alianza entre yo y la tierra”[6] María es ese arco que Dios pone entre Él y los hombres para acercarse a la humanidad. Y, sobre todo, como signo que más la define el color Verde como color de la vida. El otro gran signo de la Virgen de la Esperanza es el Ancla. En este punto bien pudiéramos pararnos en ver las connotaciones marineras. El ancla grande situada en la proa de los barcos recibe el nombre de esperanza o de la última esperanza, ya que es el último que se lanza al mar cuando los dos laterales fallan. Pero el ancla, tiene un significado más teológico. Así, nos tenemos que remitir al capítulo 6 del Libro de la Carta a los Hebreos donde se nos dice; “… animado por los que buscamos un refugio, asiéndonos a la esperanza propuesta, que nosotros tenemos como segura y sólida ancla de nuestras almas y que penetra hasta más allá del velo adonde entró por nosotros como precursor Jesús…”[7].  Así, siguiendo este pasaje San Ambrosio escribe “Como el ancla lanzada desde un barco impide a éste ser movido mientras lo mantiene con seguridad, así la fe, fortalecida por la Esperanza….”. Este es el motivo por el que el ancla, es el símbolo de la Esperanza; María de la Esperanza, nuestra madre en la fe. En el ancla, también hay interpretaciones teológicas de su estructura, así el ancla representa la Santísima Trinidad; el circulo por donde se ata a la maroma, representa a Dios, los brazos del ancla representan a Cristo en la Cruz y las alas abiertas que se clavan en el fondo del mar representa al Espíritu Santo. María, como Esperanza del pueblo que esperaba al Salvador, asume este símbolo como parte de su iconografía.

11.- Hasta ahora, la Virgen de la Esperanza, la hemos presentado como una advocación de carácter letífico, de gloria, pero a partir del Siglo XVII, dicha advocación evoluciona hasta el punto de ser titular de las innumerables hermandades de penitencias que se fueron creando en España. Así, ahora la Esperanza no es en el Hijo que va a nacer, sino en la Resurrección del mismo Hijo. Evidentemente, la simbología no iba a cambiar, pero la representación de la Virgen si, ya que se persigue una tendencia a lo más austero, una inclinación hacia el recogimiento. Es el momento, en el que, aunque la Virgen se tiende a vestir de negro u oscuro, lo cierto es, que las dolorosas con la advocación de Esperanza, gozan de la libertad de poder ser vestida con tonalidades más alegres.

12.- Es más que notorio y conocido, que la advocación de la Esperanza, goza de una popularidad que trasciende a todo el mundo. En España, la devoción a la Virgen de la Esperanza es más que conocida y así en ese espíritu esperancista y mariano la Junta General del Colegio de Agentes Comerciales de España, elevaron al Obispado de Madrid-Alcalá la petición de que la Virgen de la Esperanza fuera nombrada y proclamada patrona de los Agentes Comerciales españoles. El decreto que accedió dicha petición fue firmado en el mencionado Obispado el 16 de diciembre de 1.945.

            La devoción a la Virgen de la Esperanza tomó un nuevo impulso al ser incluida en las letanías del rosario la invocación “Madre de la Esperanza, ruega por nosotros”. Esta nueva invocación fue incluida por el Papa Francisco en plena pandemia del COVID-19 en junio de 2.020, junto con las invocaciones “Madre de la Misericordia y Consuelo para los Migrantes”

13.-      Un gran devoto de la Virgen de la Esperanza fue el Papa San Juan Pablo II, quien en su Exhortación Apostólica ECCLESIA IN EUROPA[8] firmada en Roma el 28de junio de 2.003 puso en manos de la Virgen de la Esperanza el futuro de la Iglesia en Europa[9] escribiendo una bella oración dedicada a la Reina del Adviento; La Virgen de la Esperanza;

                        María, Madre de la Esperanza,

                        ¡Camina con nosotros!

                        Enséñanos a proclamar al Dios vivo;

                        Ayúdanos a dar testimonio de Jesús,

                        El único Salvador.

                        Haznos serviciales con el prójimo,

                        Acogedores de los pobres, artífices de justicia,

                        Constructores apasionados

                        De un mundo más justo.

                        Intercede por nosotros que actuamos

                        En la historia

                        Convencido de que el designio

                        Del Padre se cumplirá.

                        Aurora de un mundo nuevo,

                        ¡Muéstrate, Madre de la Esperanza

                        Y vela por nosotros!

                        Vela por la Iglesia en Europa:

                        Que sea transparencia del Evangelio;

                        Que sea auténtico lugar de comunión;

                        Que viva su misión

                        De anunciar, celebrar y servir

                        El Evangelio de la esperanza

                        Para la paz y la alegría de todos.

                        Reina de la Paz,

                        ¡Protege a la humanidad del Tercer Milenio!

                        Vela por todos los cristianos:

                        Que prosigan confiados por la vía de la unidad,

                        Como fermento

                        Para la concordia del Continente.

                        Vela por los jóvenes,

                        Esperanza del mañana:

                        Que respondan generosamente

                        A la llamada de Jesús.

                        Vela por los responsables de las naciones:

                        Que se empeñen en construir una casa común,

                        En la que respeten la dignidad

                        Y los derechos de todos.

                        María, ¡dadnos a Jesús!

                        ¡Haz que lo sigamos y amemos!

                        El es la esperanza de la Iglesia,

                        De Europa y de la Humanidad.

                        El vive con nosotros,

                        Entre nosotros, en su Iglesia.

                        Contigo decimos

                        “Ven Señor Jesús” (Ap 22,20):

                        Que la esperanza de la gloria

                        Infundida por El en nuestros corazones

                        De frutos de justicia y paz.

            El Papa Benedicto XVI dedica el último capítulo de la Encíclica Spe Salvi (30-XI-07) a María Santísima de la Estrella de la Esperanza donde tras una verdadera exaltación a la Madre de Dios termina con las hermosas palabras, que a modo de oración final ahora compartimos; “Por eso tú permaneces con los discípulos como Madre suya, como Madre de la Esperanza. Santa María, Madre de Dios, Madre nuestra; enséñanos a creer, esperar y amar contigo.


[1] Lc 1 26-38

[2] Is, 7,14

[3] Sal 146,5

[4] Mt 1,18-24

[5] Ap 12, 1-2

[6] Gn 9, 12-13

[7] Hebreos 6,18-19

[8] La Iglesia en Europa

[9] Ecclesia in Europa. Nº 125

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