En vísperas de la celebración de nuestrosCultos Eucarísticos anuales, conviene reflexionar acerca de algunos comportamientos indecorosos que dentro y fuera de las iglesias, se observan cotidianamente ante el Santísimo Sacramento. A veces estos comportamientos se deben al descuido, o peor aún, al desconocimiento de nuestro deber como católicos creyentes.

La Hermandad de la Esperanza, desde su fundación, y en especial desde el año 1984 en que adquiere el carácter de Sacramental, tiene el deber inexcusable de formar a sus hermanos. En especial, a sus nuevos hermanos, y en general, a los fieles y devotos. Sirva este artículo como medio de aclarar algunas cuestiones que quizás no las sepas, o no les das la importancia que merece.

ERRORES MAS FRECUENTES QUE SE COMENTEN AL ENTRAR EN UNA IGLESIA:

La iglesia es un lugar sagrado, y por tanto pasamos de la calle y del ruido, a la soledad, al silencio y a la Presencia.

Aunque muchos lo han olvidado, lo primero que debemos hacer cuando entramos en una Iglesia, es guardar silencio, para dirigirnos en presencia del Sagrario, y arrodillarnos. Aquí en el tabernáculo,Dios Vivo permanece verdaderamente presente en la Sagrada Forma.

A este gesto de arrodillarnos, se le denomina genuflexión simple, y tiene un gran significado teológico. Es una señal de respeto y de suprema adoración que se reserva solo para Dios.

La genuflexión simple consiste en flexionar la rodilla derecha hasta tocar en el suelo, de forma pausada y elegante, manteniendo el torso erguido y la mirada fija en el Sagrario. A continuación, debemos santiguarnos, inclinando levemente la cabeza.

La genuflexión no se hace ante un altar, o un crucifijo, virgen o santo. Lo correcto es hacerla ante el sagrario, que suele estar ubicado cerca del altar del templo. Nos estamos arrodillando ante Jesús Sacramentado, ante Dios presente en Cuerpo y Alma en la Sagrada Forma.

En ocasiones delante del Sagrario se disponen unos reclinatorios que nos invita a permanecer arrodillados, pero generalmente se encuentran bancos. para orar ante Jesús Sacramentado

Allí frente al Tabernáculo, arrodillados en el reclinatorio, o sentados en el banco, antes de rezar, ni de decir nada, se aconseja fijar la mirada al Sagrario: una lámpara encendida nos anuncia la Presencia de Dios Vivo, hasta que nuestra respiración se haga más calmada. Es entonces cuando rezaremos nuestras oraciones y plegarias, o simplemente hablaremos con Él, suavemente, en conversación amistosa sobre lo que sentimos, vivimos, sufrimos, y pedir gracia y luz.

Después de la visita al Sagrario, y solo entonces, es cuando los creyentes visitaremos a nuestras imágenes devocionales, a quienes le rendimos culto, y les dirigimos nuestras plegarias, como intercesoras y mediadoras de todas las gracias.

No debemos olvidar que, al terminar nuestra visita a la iglesia, debemos dirigirnos de nuevo ante el Sagrario para volver a repetir el rito de la genuflexión como despedida.

¿CUANDO DEBEMOS ARRODILLARNOS DURANTE LA MISA?:

Durante la Santa Misa los fieles solemos arrodillarnos dos veces. En primer lugar, cuando el sacerdote pone sus manos sobre el pan, es decir, desde la Epíclesis hasta la aclamación después de la consagración.

Otro momento sería después de la Comunión. Comulgar es establecer una unión con Jesucristo, y esto implica un momento personal intenso con Él. Hay fieles que después de comulgar, al llevar a Cristo en su interior, se dirigen a Dios en la oración, y lo hacen arrodillados.

Si nos ajustamos a las normas litúrgicas, sobre gestos y posturas, la ordenación romana de la Misa solo obliga a estar de rodillas en la consagración, y no tras comulgar. Aunque tampoco se indica que se obligue a estar sentados. Por lo tanto, ambas posturas pueden conciliarse.

Solo estarán eximidos de esta obligación los fieles que tengan un impedimento físico. Sin embargo, son muy pocos fieles, quienes se arrodillan durante la Misa, y esto es algo que nos invita a reflexionar y a ser consecuentes con nuestra fe.

LA HUMILDAD DE ARRODILLARSE ANTE LA CULTODIA DURANTE LA PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI:

Siempre me enseñaron, desde pequeño que, ante la presencia del Señor, tenía que arrodillarme, a no ser que tuviera un impedimento físico para hacerlo.

El pasado jueves, durante la procesión del Corpus Christi, observé que los fieles no se arrodillaban al paso de la custodia, es decir, no hacían la genuflexión ante S.D.M.

Esta genuflexión es un gesto de humildad y de fe. Un gesto de humildad para reconocer que somos hijos de Dios, y que somos realmente pequeños ante Él. No hacerlo, significa un gesto de soberbia, un gesto de querer permanecer en igualdad.Y es un gesto de fe porque si me arrodillo demuestro que verdaderamente creo que el Señor está presente y vivo entre nosotros.

Los que nos sentimos católicos y creyentes, debemos dar público testimonio de ello con nuestros actos, que es lo que la Iglesia nos pide constantemente. Arrodillarse ante la Hostia Consagrada, haciéndolo con fe y humildad de corazón, es uno de los testimonios más expresivos de nuestra fe, pues creemos firmemente que ahí está Jesús verdaderamente presente ante nosotros.

Si con mi reflexión personal, consigo que, durante la visita a la iglesia, en la misa, o al paso de la Custodia de la procesión del Corpus Christi, al menos uno de vosotros os arrodilléis con fe y humildad ante Jesús Sacramentado, este artículo habrá merecido la pena.

Espero que esta semilla caiga en tierra fértil.

¡¡¡Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar!!!

¡¡¡Sea por siempre, Bendito y Alabado!!!

José Alfonso Varela Rodríguez. (Diputado de Formación)

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