
Óleo sobre lienzo, obra de Mario Ignacio Moya Carrasco, año 1996.
Hoy, los Hermanos de San Francisco viviremos intensamente la gloriosa Vigilia de la Inmaculada. Cuarenta y un años han pasado desde aquella primera Vigilia del año 1984. La noche más mariana de toda Huelva, cuando congregados ante la excelsa presencia de Nuestra Madre, contemplamos Su divina mirada, Madre Purísima de la Esperanza.
Y comenzará la fervorosa Exposición del Santísimo, y viviremos intensamente momentos de íntima adoración ante Jesús Sacramentado.
¿Cuántas cosas compartimos contigo, Señor, en esta maravillosa noche?

Iglesia de Santa María de la Esperanza
Cantos eucarísticos y fervorosas oraciones, que culminarán con los ritos de la “Bendición” y “Reserva” del Señor. Ese pausado y místico momento, será el presagio de la llegada de la media noche.
Y se hará el silencio que lo inundará todo. Esa silente y dulce espera solo interrumpida por el toque de gloria que desde el campanario harán palpitar los corazones,
Y fieles a su cita, sonarán “Los Gozos de la Inmaculada”. Esas cornetas gloriosas que, desde el campanario de Santa María de la Esperanza, irrumpen en la fría medianoche, anunciando a toda Huelva, el día más mariano del año: “La Inmaculada Concepción de María”.
El día en que los cristianos, jubilosamente “confesamos y creemos firmemente que la beatísima Virgen María, fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original, en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente”.
Y nos presentaremos ante Ti, cara a cara, de hijo a Madre. ¿Cómo explicar lo que se siente cuando mis labios temblorosos acarician Tu mano de terciopelo? ¿Cuán pequeño me siento ante Tu grandeza, ante Tus dulces ojos que penetran en los más íntimo de mi alma?

Ese escalofrío, esas lágrimas que brotan súbitamente, y ese despertar de emociones que todos los “esperancistas” sentimos y compartimos en la noche más hermosa. En Tu noche,
Madre Purísima de la Esperanza,
Excelsa Reina Coronada,
“Mediadora” e intercesora de nuestros ruegos,
“Corredentora” y cirinea de nuestras almas.
Amén.
José Alfonso Varela Rodríguez
Consiliario 3º

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