En las últimas décadas, cuando octubre toca a su fin, se ha implantado en nuestra sociedad, cada vez con más éxito, la celebración de la fiesta de Halloween. Una fiesta de origen pagano que, en parte, ha marcado a la Iglesia Católica, la fecha de la celebración de la Solemnidad de Todos los Santos, a la hora de fijarla en el primer día de noviembre. Estas líneas tienen como única intención, aproximarnos, de forma somera, al origen de nuestra Solemnidad de Todos los Santos y de la Fiesta de los Fieles Difuntos.
Los primeros cristianos honraban a los mártires en el día de sus muertes, en el Dies natalis, el día en el que se nacía para el cielo, de ahí que, al seguir nuestro santoral veamos que, la gran inmensa mayoría de los santos, tienen asignados sus días de celebración en la fecha en la que fallecieron. Al menos, los santos más antiguos.
Al aumentar las persecuciones, esta celebración se hacía inviable por el gran número de mártires. Por lo que, buscaban una fecha donde poder honrar a todos los mártires juntos.

Hubo que esperar a principio del séptimo siglo cuando el Papa Bonifacio IV, consiguió que el emperador Focas, donara el Panteón de Agripa, el cual, había estado dedicado a todos los dioses romanos y que, a partir de ahora, iba a estar dedicado a Santa María de los Mártires. Es ahora, en el año 609, cuando el Papa instaura la Fiesta de todos los Santos, siendo su primera fecha de celebración el 13 de mayo, fecha en la que, los romanos celebraban la Fiesta de Lemuria, que ya, había caído en decadencia y desuso. La Fiesta de Lemuria tenía lugar los días 9, 11 y 13 de mayo. Se trataba de una fiesta parecida al “Halloween a la romana,” donde los ciudadanos romanos se protegían de los muertos que, en esos días, se acercaban al mundo de los vivos. Eran los llamados lemures que atormentaban y violentaban a los vivos.
En mayo se estuvo celebrando la Fiesta de Todos los Santos hasta el periodo comprendido entre los años 731-741 en el que el Papa Gregorio III fija la fecha del 1 de noviembre, sólo para Roma. La elección de esta fecha no fue baladí. El día antes, el 31 de octubre, era la fecha en la que se había celebrado siempre, por parte de los pueblos paganos del norte de Europa la Fiesta del Samhaim, con la que estos pueblos, entraban en el tiempo de oscuridad. Era la fecha en la que, según sus creencias, al terminar el tiempo de las cosechas, la línea que separaba el mundo de los muertos del de los vivos era muy débil, hasta el punto, de que interactuaban los dos mundos. Una de las prácticas habituales era el ponerse caretas con rostros no humanos para así, confundir a los difuntos con los que, pudieran encontrarse en ese día. Es, a grosso modo, el origen del actual Halloween, aunque, en la actual fiesta, se mezclan varias tradiciones, todas europeas que, han configurado el Halloween actual. Halloween es una palabra que, significa, en inglés, Víspera de todos los Santos, ya que proviene del inglés Hallow Eve. Los disfraces, la calabaza, el truco o trato y, otras historias que ahora configuran el Halloween actual, darían para mucho hablar y, no es este el lugar.
Pues bien, en el siglo VIII, el Papa Gregorio III fue el que, con el objeto de contrarrestar la presencia de la fiesta pagana del Samhaim, instituyó la Solemnidad de Todos los Santos el 1 de noviembre, sólo para la Iglesia de Roma, dedicando a Todos los Santos una capilla en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Ya, en el año 835 la Solemnidad de Todos los Santos fue extendida e implantada para toda la Iglesia Universal por el papa Gregorio IV.
Esta celebración de la Solemnidad de Todos los Santos, se vio enriquecida en el año 998, cuando el monje San Odilón de Cluny, celebra por vez primera la Fiesta de la Conmemoración de los Fieles Difuntos el 2 de noviembre. Una fiesta que se fue extendiendo por todos los monasterios benedictinos hasta que, en el Siglo XVI, se extendió por toda la Iglesia.

Con esta celebración, para honrar a los fieles difuntos se puede ganar la indulgencia plenaria en favor de los difuntos, según la norma 15 del Indulgentiarum Doctirna firmada en Roma por Pablo VI el 1 de enero de 1967 donde se dice a este respecto; “En todas las iglesias, oratorios públicos o – por parte de quien los empleen legítimamente – semipúblicos, puede ganarse una indulgencia plenaria aplicable y solamente en favor de los difuntos, el día 2 de noviembre” Evidentemente, la indulgencias puede obtenerse siguiendo las normas y directrices que marca la Iglesia; confesión sacramental, comunión y rezar por las intenciones del Papa. Estas normas pueden llevarse a cabo ya no sólo los días comprendidos del 1 al 8 de noviembre, sino, durante todo el mes de noviembre.

Son estos, días donde las Ánimas del Purgatorio están muy presente en el colectivo cristiano. El culto a las Ánimas del Purgatorio está muy extendido y arraigado en el pueblo piadoso. Son muchas las localidades españolas, donde se guardan verdaderos tesoros devocionales para rezar por las ánimas. En esta devoción popular está el origen, a partir del siglo XV, de la creación de hermandades de ánimas. Hermandades que, en muchos casos, rendían y rinden culto a la Virgen del Carmen como protectora y mediadora de las Ánimas. Así, en palabras de la propia Virgen, recogidas en un devocionario carmelitano, cuando se apareció a San Simón Stock y, le hizo entrega del escapulario, el 16 de julio de 1251, podemos leer:
En la vida defiendo
En la muerte ayudo,
En el purgatorio salvo.
Esta devoción a la Virgen del Carmen en el mes de noviembre comenzó en el siglo XIV, a raíz de la publicación en 1322, por parte del Papa Juan XXII, de la Bula Sabatina en la que se hace alusión a la promesa de María de bajar al purgatorio para mediar por sus devotos, el primer sábado después de la muerte. En este sentido, son muchas las muestras artísticas en las que aparece la Virgen del Carmen sobre las ánimas penando en el purgatorio. Son los llamados cuadros de Ánimas, que, en los distintos templos, siempre están iluminados por luminarias, siendo en la actualidad, una devoción que no ha perdido ni su raigambre ni su fuerza.
Esto dio lugar a una oración popular, recogida en las estampas de la Virgen del Carmen en el momento de mediar por las ánimas que decía:

A la Virgen del Carmen
Quiero y adoro
Porque saca a las almas
Del purgatorio.
La importancia de estas fechas, de los primeros días de noviembre, dio lugar a que, dentro de la octava de la Solemnidad de Todos los Santos, existía una fiesta, ya en desuso, en la que se celebraba la Fiesta de las Santas Reliquias. Esta fiesta tenía lugar los días 5 de noviembre. Actualmente, la Fiesta de las Reliquias, se celebra el día del santo al que corresponda.
José Antonio Vieira Roldán
Diputado de Formación
BIBLIOGRAFIA BÁSICA CONSULTADA.
1.- Indulgentiarum Doctrina. Pablo VI 1-1-1967
2.- TOMÁS MELGAR, Luis. Historia de los Papas. Santos y
Señores. Ed. Libsa. 2004
3.- Devocionario Carmelitano. Editado por la Comunidad de
Carmelitas Descalzos de Burgos en 1952.
4.- Bula Sabatina. Papa Juan XXII.
